Las
prioridades en el subsector de la refinación de petróleo crudo están de cabeza.
El secretario de hacienda señaló recientemente en una entrevista que le hizo
Leo Zuckerman en su programa “La Hora de Opinar” que el presupuesto destinado
para el programa de rehabilitación del sistema nacional de refinación era de 20
mil millones de pesos, mientras que el presupuesto estimado para la nueva
refinería de Dos Bocas, al tipo de cambio actual (y si realmente cuesta lo que
se está presupuestando) será diez veces superior (esto es, 200 mil millones de
pesos).
Con
el presupuesto para la rehabilitación de las seis refinerías existentes, se
alcanzaría el máximo nivel técnico posible de producción, que para fines de
este ejercicio vamos a establecer en un millón trescientos noventa y cuatro mil
barriles diarios de productos derivados del proceso de refinación de crudo.
Este es el nivel de la máxima producción que han alcanzado cada una de las seis
refinerías en los últimos quince años (entre 2005 y 2019), por lo tanto, es un
nivel que sí se ha alcanzado históricamente, y no sólo como estimación técnica.
Para
este año de 2020, se ha confirmado la meta de llevar la producción del sistema
de refinación nacional a un millón de barriles diarios, lo cual representa un
incremento del 59% frente al volumen producido en 2019. Este aumento equivale a
371 mil barriles diarios adicionales, que es más de lo que produciría Dos Bocas
dentro de tres años.
Sería
factible pensar, entonces, que el nivel máximo de producción total del sistema
de refinación nacional actual se podría alcanzar en 2021, con un aumento sobre
2020 del 39%, y otros 394 mil barriles diarios adicionales. Esto es, otro Dos
Bocas.
En
suma, parece ser que invirtiendo la décima parte de lo que se espera invertir
en Dos Bocas, sería posible producir más de dos veces de lo que se estima que
producirá la nueva refinería.
¿Cuál
es el truco?
Pues
resulta que los 20 mil millones de pesos destinados al sistema nacional de
refinación actual sólo alcanzarían para darle una manita de gato a las seis
refinerías existentes, pero no se estarían atendiendo todos los aspectos
necesarios para que generen productos de la calidad necesaria para cumplir con
la normatividad ambiental y competir con las importaciones de combustibles que
seguirán llegando de manera creciente.
En
particular, no se está incluyendo la reconfiguración para minimizar la
producción de combustóleo de las tres refinerías que aún no la tienen
(Salamanca, Tula y Salina Cruz), y que representan el 57% del volumen de
producción del sistema y el 81% de la producción total de combustóleo.
En
estas condiciones, al llegar a la meta de un millón de barriles diarios de
producción, el sistema nacional de refinación estará produciendo 213 mil
barriles diarios de combustóleo, un 39% más que el año pasado, aún en el mejor
de los casos (que sería suponer que las tres refinerías ya reconfiguradas
llegan a su producción máxima posible y las otras tres complementan lo
necesario para llegar al volumen meta).
Si
se mantuviera esta situación, para alcanzar el nivel de producción máximo posible
en el sistema nacional de refinación actual, y al nivel de eficiencia que hoy
se tiene, la generación de combustóleo llegaría a 338 mil barriles diarios. De
aquí deriva gran parte del problema que se ha suscitado con las energías renovables
en el sector eléctrico. La única salida comercial viable del combustóleo es,
previsiblemente, que lo consuma la CFE.
No
es sostenible, ni económica ni ambientalmente, mantener el nivel actual de
producción de combustóleo. Es imperativo hacer la reconfiguración de todo el
sistema para reducir el nivel a un 5-10% sobre la producción total (y no el 28%
a 40% que hoy tiene en las tres refinerías no reconfiguradas).
Con
la reconfiguración, en vez de 338 mil barriles diarios de combustóleo, se
podrían generar más de 300 mil barriles de combustibles destilados (gasolinas,
diesel, turbosina). Y en dos años (o tres), se solucionaría el conflicto con
las energías renovables.
Además,
si se hacen las cuentas con rigor y sin apasionamiento, es posible que con la
rehabilitación verdaderamente integral del sistema de refinación actual ya no
sea necesario construir una nueva. El costo será superior a los 20 mil millones
de pesos, pero seguramente muy inferior a los 200 mil millones que costaría una
refinería nueva.
Para
hacer menos difícil una decisión así, sería factible aprovechar lo ya
construido en Dos Bocas para hacer un centro de almacenamiento y mezcla de
crudo y combustibles de primer nivel y, en su caso, aprovechar los pedidos de maquinaria
y equipo en las refinerías actuales.