domingo, 14 de noviembre de 2010

Un mexicano del siglo XXI (agosto 2000)


Escribí esta nota unos días después del fallecimiento del Lic. Julio Rodolfo Moctezuma, mi jefe durante dieciocho años, y fue publicada en la sección editorial del periódico El Norte, gracias a que entonces trabajaba ahí mi amigo Víctor Kerber.
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8:30 horas, desayuno de trabajo.  11:00 horas, revisión de avances en el servicio de asesoría a PEMEX-Exploración y Producción y la API[i] de Dos Bocas, con su equipo de colaboradores.  14:00 horas, comida con un grupo de hombres de empresa del Japón.  18:00 horas, salir con rumbo a Yautepec, Morelos, a descansar el fin de semana con su familia.  Un viernes común en la vida intensa y disciplinada de Julio Rodolfo Moctezuma.

Ese viernes 4 de agosto del 2000, Moctezuma hizo frente –como invariablemente lo hacía- a un evento en este caso no programado:  a las 12:35 dejó su existencia mortal, debido a un paro cardíaco.

JRM nació el 24 de marzo de 1927, estudió Leyes en la UNAM y realizó innumerables estudios posteriores.  Nunca dejó de aprender.  Tampoco –por lo menos en los últimos 18 años- dejó jamás de enseñar:  la necesidad de ir al fondo de las cosas, el respeto al tiempo de los demás, la perseverancia, la prudencia, el sentido práctico, planear como paso previo de la acción, cumplir con lo que a uno le toca, ser cuidadoso en la ejecución, dar fundamentación jurídica a todo proceso de cambio relevante, contextualizar en forma adecuada los problemas, asimilar experiencias internacionales exitosas, innovar, hacer.

Son múltiples sus temas favoritos; entre otros:  el financiamiento del desarrollo, la infraestructura, los energéticos, la logística, la cultura del proyecto de inversión, la planeación y la información para toma de decisiones.  En todos estos campos sentó tesis y dejó huella.

Ejecutor nato.  Forjado en la oficina de inversiones de la Presidencia de la República en la década de los sesenta, dónde se decidía el rostro futuro del país, diseñó y puso en operación el certificado de tesorería (el cete) cuando fue secretario de Hacienda.  Poco después, diseñó e inició la construcción de los puertos industriales del país, uno de sus proyectos más cuajados, que comenzó como consultor y continuó desde la coordinación de proyectos de desarrollo de la Presidencia de la República.  La oficina que buscó atender más de uno de los llamados entonces “pleitos perdidos del país”:  la reorientación territorial del desarrollo nacional, la comercialización agropecuaria (sistema nacional para el abasto), entre otros.

Un producto claro de esos esfuerzos es el puerto de Altamira, asiento de una proporción significativa de la inversión privada, y extranjera, que se ha registrado en los últimos años en el país.

Moctezuma no sólo planeó e inició la construcción de este puerto a finales de la década de los setenta, sino que al inicio de los noventa comprometió su patrimonio familiar y su esfuerzo empresarial en el diseño y desarrollo de una terminal marítima pionera en el país, cuando se estaban registrando cambios estructurales simultáneos tan importantes como el del sector portuario, del comercio exterior, y de la comercialización de productos agroindustriales y petroquímicos.

Hoy el proyecto es una de las terminales más modernas para graneles líquidos y sólidos en el país, efectuado en coinversión con empresarios japoneses y una sociedad de inversión de capitales (sinca).  Después se sumó la Corporación Financiera Internacional, filial del Banco Mundial para proyectos de inversión del sector privado.

Este proyecto hecho realidad es, sin duda, ejemplo de las convicciones de Moctezuma llevadas a la práctica.  Como director de Banco Mexicano Somex, constituyó la primera sociedad de inversión en capital de riesgo del país (sinca), que después cambiaron de nombre (simplemente inversión de capitales).  En una época de alta inflación y fuerte restricción presupuestaria era indispensable encontrar nuevas formas de canalizar la inversión privada hacia usos productivos.

La asociación con japoneses no fue gratuita.  Derivó de una larga trayectoria de relación profesional, oficial y personal, con gobernantes y empresarios japoneses, caracterizada siempre por el respecto y la confianza.  Gracias a ello, desde SOMEX, Moctezuma pudo impulsar la construcción del hotel Nikko, y ayudó después, como consultor, a encauzar problemas en la relación binacional derivados de coinversiones mexicano-japonesas en dos plantas industriales (PMT y NKS) localizadas en el puerto de Lázaro Cárdenas, que quebraron cuando el país entró en crisis a partir de 1982.

Por el enorme prestigio que supo ganar en Japón, el secretario de relaciones exteriores le encomienda en 1992-1993, la conducción del grupo mexicano de la Comisión México-Japón Siglo XXI, instancia no gubernamental que debía plantear una visión de largo plazo de cooperación binacional.

Sin duda, la fundamentación financiera de los proyectos de inversión y su adecuado análisis técnico, fueron un leit motif en la vida profesional de Julio Rodolfo Moctezuma.  Comentaba, ocasionalmente, como acicate para la acción, lo que escuchaba de empresarios nacionales y extranjeros de primer orden, e incluso de presidentes de la República:  somos un país sin proyectos, ¿cómo queremos atraer inversión si no tenemos proyectos bien evaluados en cada una de las áreas prioritarias de nuestra actividad económica?

La economía de mercado o, para el caso, cualquier otro concepto o ideología en boga merecían su atención como asuntos de actualidad, pero desde luego no una afiliación doctrinaria en abstracto.

Reconocía la necesidad de aumentar la eficiencia de nuestra economía, pero percibía los riesgos de que el gobierno se quedara sin instrumentos eficaces.  En diversas ocasiones y a distintas instancias propuso la creación de instrumentos semejantes a la Fundación Chile (para la promoción y ejecución eficaz de proyectos de inversión estratégicos que abrieran nuevos campos de participación a la iniciativa privada), y al Fondo para el Desarrollo Regional de la Unión Europea (que opera los fondos estructurales que buscan equilibrar los niveles dispares de desarrollo de los países miembros).

Su extraordinario sentido práctico lo llevó en su momento a sugerir a un regente de la ciudad de México que fuera a conocer la experiencia de Singapur y otros países asiáticos en materia de infraestructura vial, de donde surgieron los ejes viales.  Del mismo modo, y poco antes de la modificación constitucional al artículo 27 en materia de la tenencia de la tierra en el campo (1992), dentro de un amplio estudio sobre corredores agroindustriales en diversas regiones del país, Moctezuma sugirió al entonces titular de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos la conveniencia de otorgar derechos plenos al ejidatario sobre sus parcelas, dentro de un esquema voluntario en el cual fuera el propia ejidatario quien resolviera si deseaba ser propietario privado o no.

Más recientemente, se empeñó como consultor en hacer ver a PEMEX la necesidad de fortalecer su infraestructura portuaria; en particular, mediante la terminación de dos puertos clave:  Dos Bocas en el Golfo y Salina Cruz en el Pacífico.

Julio Rodolfo Moctezuma no buscó ser protagonista.  Ni siquiera cuando le tocó serlo, se vanaglorió de sus logros.  Su absoluta discreción y lealtad condujeron invariablemente sus actos.  Muchos lo recordaremos siempre.  Algunos trataremos de seguir sus enseñanzas.  Ojalá que estas líneas sirvan para que la memoria de nuestro país conceda a este gran mexicano el lugar que se merece, y su ejemplo estimule a otros por venir.


[i] API = Administración Portuaria Integral, figura jurídica de la empresa mercantil encargada de la administración de los puertos en el país, conforme a la Ley de Puertos vigente.

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