Reflexion-OAR: Estrategia económica para el desarrollo del Sur-Sureste de México (septiembre 2002)

Nota introductoria: Este documento se concluyó en septiembre del 2002. Fue producto de un trabajo de discusión interna de gran intensidad en el seno de la Subcoordinación Técnica del Plan Puebla Panamá, a cargo hasta ese momento de Héctor Ferreira.

El PPP había iniciado a fines del año 2000 con varias expectativas que lo fueron minando gradualmente: los globalifóbicos lo consideraban como un esquema de intervención neoliberal concebido por el Banco Mundial; los gobiernos de los estados del sur-sureste de México lo vieron primero como una fuente potencial de recursos frescos de cierta cuantía –en consonancia con el discurso oficial que tenía entonces la oficina del Comisionado del PPP-, y después como una especie de agencia “calificadora de proyectos”, que otorgaba o no su aval, como respaldo técnico-político para la negociación de recursos de los presupuestos de egresos de la Federación en la Cámara de Diputados.

Esta estrategia económica formó parte de una estrategia integral que incluía los ámbitos social, ambiental y territorial (como una propuesta para discusión con los actores del Sur-Sureste), así como una estrategia de proceso (para generar mecanismos de planeación participativa intergubernamentales e intersectoriales, con participación de actores no gubernamentales), que tenía la intención de relanzar al PPP sobre nuevas bases. Tal intención se truncó con la salida del primer comisionado, precisamente en septiembre del 2002.

La región Sur-Sureste de México es un mosaico étnico, cultural, biológico y socioeconómico. Es por ello que la estrategia económica que se propone parte de reconocer la coexistencia de diferentes tipos de economías, con lógicas distintas, que es necesario impulsar en paralelo. Estos tipos son, a grandes rasgos, los siguientes:

a) La economía rural de subsistencia, indígena en un alto porcentaje, atomizada en unidades aisladas en las que predomina el autoconsumo y la comercialización de excedentes ocasionales, de productos y tecnologías tradicionales, que cuando no es suplementada con ingresos de integrantes de la comunidad que salen a buscar trabajo fuera de ella (remesas de trabajadores migratorios), resuelve sus desequilibrios mediante la sobreexplotación de los recursos naturales que controla. En estas condiciones se encuentran una porción elevada de los productores de maíz y café en las zonas serranas de la región.

b) La economía rural vinculada al mercado, que se genera comúnmente en unidades pequeñas y medianas de producción y procesamiento primario, de ejidatarios o pequeños propietarios (que por lo general ocupan a su vez jornaleros agrícolas) y de agroindustriales de capacidad empresarial muy diversa; con productos también tradicionales y tecnologías maduras, dentro de cadenas productivas poco articuladas, con alcance local, regional e inclusive extrarregional; y que ha sido agudamente afectada por la apertura comercial del país. En este grupo se encuentran las industrias[i] derivadas de cultivos de plantación –como el plátano, el cacao, la naranja, el henequén, el cocotero, el azúcar, otros frutales, etc.-, otros cultivos de ciclo corto (incluyendo granos y hortalizas), la ganadería extensiva (particularmente bovina) y la pesca ribereña.

c) La economía comercial, industrial y de servicios asentada en o vinculada con las zonas urbanas pequeñas y de tamaño medio (salvo Puebla, que ya alcanza un tamaño mayor), donde se mezclan actividades tradicionales (industrias de alimentos y bebidas, y el comercio al menudeo, por ejemplo), con otras más modernas (la hotelería de cadena y el comercio de escala, la industria automotriz en Puebla, por ejemplo), y se gestan con mayor o menor dinamismo y éxito los agrupamientos económicos especializados (clusters) [ii].

Es el caso de las ciudades capitales de las nueve entidades federativas que integran la región, además de otros centros urbanos relevantes: Cd. del Carmen, Champotón, Escárcega y Hopelchén en el estado de Campeche; Tapachula, San Cristóbal de las Casas, Arriaga, Tonalá y Comitán en el estado de Chiapas; Acapulco, Iguala, Taxco, Teloloapan, Arcelia, Cd. Altamirano, Ixtapa-Zihuatanejo, Petatlán, Tecpan de Galeana, Atoyac de Alvarez, Tixtla de Guerrero, Chilapa, y Zumpango del Río en el estado de Guerrero; Salina Cruz, Santo Domingo Tehuantepec, Juchitán, Ixtepec, San Blas Atempa, Ixtaltepec, Unión Hidalgo, San Francisco Ixhuatán, Santo Domingo Zanatepec, San Pedro Tepanatepec, Matías Romero, Tuxtepec, Loma Bonita, San Lucas Ojitlán, Huautla de Jiménez, Huajuapan de León, Tlaxiaco, Santiago Pinotepa Nacional, Miahuatlán, Ejutla, Ocotlán, Zimatlán, Zaachila, y Tlacolula en el estado de Oaxaca; Atlixco, Tehuacan, Huauchinango, Teziutlán, Cd. Serdán, Cholula, San Martín Texmelucan, Huejotzingo, Izúcar de Matamoros, Atencingo, Acatán de Osorio, San Juan Ixcaquixtla, Amozoc, Tepeaca, Tecamachalco, Acatzingo, San Salvador el Seco, Ajalpan, Chignahuapan, Metepec, Acojihua, Zacatlán, Ixtlahuaca, San Juna Xiutetelco, Chachahuautla, y Xicotepec de Juárez en el estado de Puebla; Cancún, Cozumel, y Felipe Carrillo Puerto en el estado de Quintana Roo; Cárdenas, Comalcalco, Paraíso, Huimanguillo, Teapa, Macuspana, Cd. PEMEX, Frontera, y Tenosique de Pino Suárez en el estado de Tabasco; el puerto de Veracruz, Boca del Río, Coatzacoalcos, Minatitlán, Orizaba, Córdoba, Poza Rica, Tuxpan, Tierra Blanca, Acayucan, San Andrés Tuxtla, Alvarado, Cosamaloapan, Ursulo Galván, Actopan, Coatepec, Perote, Tlapacoyan, Martínez de la Torre, Nautla, Tecolutla, Gutiérrez Zamora, Papantla, Coatzintla y Cazones en el estado de Veracruz; Valladolid, Tizimín, Motul, Umán, Progreso, Ticul, Oxkutzcab, Tekax, Izamal, y Maxcanú en el estado de Yucatán.

Cabe señalar que también en los centros urbanos, y particularmente en los de mayor tamaño y dinamismo, se registran fenómenos que podríamos denominar economía de subsistencia urbana: la informalidad del comercio ambulante, la precariedad de los asentamientos irregulares, las zonas de pobreza. Esta economía se vincula con la rural de subsistencia a través de los flujos migratorios, pero es resultado también de la incapacidad de la economía urbana para generar suficientes oportunidades de empleo a la población que las demanda.

d) La economía pública, que si bien se retiró del fomento y regulación directos de industrias parciales o completas (café, cacao, azúcar[iii], maíz, henequén, copra, etc.), ha continuado con su papel tradicional de desarrollo y operación de infraestructuras y servicios básicos, de apertura de nuevas áreas de actividad económica (principalmente del turismo a través de FONATUR), y de manejo de actividades que tiene reservadas por ley (hidrocarburos y generación de energía eléctrica).

Al reconocer esta pluralidad, se acepta tácitamente que la senda para el desarrollo económico de la región no puede ser unidireccional. Por el contrario, un desarrollo económico que pretenda verdaderamente elevar la calidad de vida de la población debe avanzar en forma simultánea en todos estos frentes y en los que resultan de sus interrelaciones dinámicas.

El paradigma económico en boga, que gira en torno a la globalización de los mercados, no es suficiente para dar sustento a una estrategia de desarrollo económico para la región. En la prescripción ortodoxa, cada país (y región) debe hacer su mejor esfuerzo para adaptar y generar las condiciones que permitan atraer inversiones.

Si bien es cierto que pretender sustraerse al proceso de globalización es poco realista, también es posible insertarse en éste de manera más proactiva, buscando generar y sostener ventajas competitivas a través de la conformación de agrupamientos económicos especializados (clusters).

Sin embargo, además de que permanecen fenómenos locales que se relacionan sólo tangencialmente con el mundo exterior, un desarrollo más sólido y autónomo de largo plazo sólo es concebible mediante la generación endógena de actividades líderes capaces de articular la capacidad productiva de la región.

Objetivos, lineamientos estratégicos y proyectos

Es así que, por lo antes dicho, se proponen como objetivos económicos del PPP para la región Sur-Sureste los siguientes:

fortalecer la base económica tradicional y generar nuevas oportunidades para su desarrollo,
aprovechar, consolidar y diversificar –como agrupamientos económicos- los núcleos dinámicos actuales de actividad productiva (industria petrolera, turismo, automotriz, maquiladora),
impulsar condiciones propicias para la atracción de inversiones extrarregionales, compatibles con el perfil de desarrollo al que aspira la región,
y construir bases nuevas para un crecimiento económico de largo plazo que permita dar saltos cualitativos a través de la innovación[iv].

La región cuenta, en general, con una experiencia rica en materia de promoción económica orientada a atraer inversiones. La profesionalización de estas tareas ha conducido a la estructuración de servicios de información, a la identificación de criterios técnicos relevantes para la localización de industrias, a la preparación de recursos humanos especializados y, en general, a una interacción cada vez más frecuente con el mundo empresarial e inversionista.

En este ámbito pueden generarse sinergias[v] regionales que contribuyan a fortalecer la confianza y la certidumbre del actor extrarregional; integrar una oferta más atractiva de localización; así como obtener economías de escala, armonizar esfuerzos individuales con un enfoque de complementariedad y de competencia razonable.

En algunos casos, estos esfuerzos se enfocan ya a buscar la estructuración de agrupamientos económicos especializados (clusters): en la pesca y acuacultura, diversas agroindustrias e industrias pecuarias y forestales, en la industria extractiva, petrolera y petroquímica, en la actividad textil y de la confección, maquiladoras y otras industrias ligeras, y en la industria turística. Hay, en esta materia, un camino importante por andar.

Sin embargo, el salto cualitativo –que permita cerrar la brecha con el resto del país y sentar bases nuevas para el desarrollo futuro de la región- sólo podrá darse cuando, además de continuar con las líneas anteriores, se promueva la estructuración de actividades económicas que –sin olvidar el contexto de la globalización- respondan directamente a las fortalezas e intereses locales, y en las que se busque alcanzar niveles de liderazgo internacional. Esto es así porque, en la mayoría de los casos, este propósito supondrá también el impulso del componente más sofisticado y de mayor exigencia de todos los que se requieren para el desarrollo de una determinada actividad (por lo general, la generación, difusión y aplicación de conocimientos para la innovación tecnológica –productos y procesos- y organizacional).

A partir del eslabón superior de la cadena productiva es viable promover la generación de una gama diversa de actividades interrelacionadas vertical (hacia abajo de la cadena[vi]) y horizontalmente (aplicación de los conocimientos en actividades afines), en condiciones favorables para las capacidades locales, ya que se trata en gran medida de nuevas tareas.

Pero nada de lo anterior es viable si no se incorpora –respetuosa y firmemente- a los actores económicos hasta ahora marginados. Tal incorporación, para ser viable desde el punto de vista económico en el largo plazo, debe conducir a la capitalización y autogestión de campesinos y grupos indígenas, así como también de los marginados urbanos que crecen con las ciudades medias y grandes. En el corto plazo, el reto consiste en entender la lógica de funcionamiento de estos grupos para apoyarla y fortalecerla, mientras que se construyen en paralelo puentes para vincularlos de manera equitativa y eficiente a los circuitos más amplios de la economía regional y extrarregional.[vii]

En el paradigma de desarrollo que se propone para la región, los objetivos económicos antes planteados son en realidad medios para alcanzar el fin último: la elevación de la calidad de vida de la población; la consolidación de una sociedad incluyente, no discriminatoria; y la multiplicación e igualación de oportunidades de desarrollo individual y social para todos.

Tales objetivos económicos son concurrentes. Para su concreción se identifican las siguientes líneas estratégicas:

(i) Apoyar la estructuración y funcionamiento de una economía solidaria[viii] que permita integrar en términos de equidad y eficiencia creciente a los actores económicos más vulnerables –particularmente a las comunidades indígenas- con los otros tipos de economías de la región y con el exterior.

Esta línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Apoyar la consolidación de organizaciones civiles profesionales, capaces de brindar asistencia técnica para la integración y puesta en marcha de proyectos económicos de grupos marginados

· Integrar, fortalecer y difundir la base de conocimientos e información para estructurar proyectos microrregionales alternativos

· Obtener recursos adicionales a los del sector público, de carácter solidario, para apoyar la ejecución de los proyectos económicos de los grupos más vulnerables

· Promover una mayor articulación de las actividades económicas urbanas con sus zonas rurales marginadas más próximas.

En forma ejemplificativa[ix], tales programas y proyectos prioritarios podrían expresarse en acciones y proyectos específicos como: formalización de un reglamento o norma para establecer, operar y certificar organizaciones civiles solidarias; la formulación y promoción de modelos de finca rentables a partir de policultivos adecuados ambientalmente; la integración y operación de un sistema de fondos regionales que contemple, entre otros, un fondo para la cohesión social y otro para el desarrollo rural sustentable; el establecimiento de mercados de productores[x] en centros de integración rural-urbana, así como de parques y corredores maquiladores.

Se buscaría también aprovechar programas que ya se encuentran en marcha, como el diseñado por la oficina de la Presidencia de la República para la atención de migrantes, mediante el cual se pretende dar un efecto multiplicador a las remesas que envían los trabajadores migratorios a sus lugares de origen, así como atraer recursos de la comunidad hispana empresarial de Estados Unidos.

(ii) Contribuir a que los programas del gobierno federal se articulen en función de la unidad territorial apropiada para la ejecución del proyecto y la base organizativa local, a fin de elevar su eficacia y efectividad.

Esta segunda línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Proyectos rurales integrales para productos comerciales no tradicionales en zonas marginadas

· Crear y fortalecer organizaciones locales de gestión comunitaria y empresarial que puedan constituirse en el gozne local para aterrizar los programas oficiales en función de un proyecto integral

· Proyectos urbanos integrales para colonos, barrios marginados y ejidatarios con tierra urbanizable.

Uno de los aportes claros de incorporar un enfoque regional a la planeación sectorial tradicional que utiliza el gobierno federal, consiste justamente en la posibilidad de hacer un corte transversal a los programas sectoriales e identificar aquellos que podrían empaquetarse con mayor beneficio para la población/zona objetivo. Tal empaquetamiento buscaría articular los objetivos y alcances parciales de cada programa para proponer su aplicación conforme a la lógica de funcionamiento local.

Entre otros ejemplos de proyectos y acciones específicos pueden mencionarse los siguientes: la diversificación, modernización y mercadeo de la industria del café, maíz y otros cultivos tradicionales; el desarrollo y vinculación comercial de circuitos ecoturísticos y de la producción de artesanías en comunidades indígenas y marginadas; el apoyo a la formación empresarial y de gestión comunitaria de los participantes locales de los proyectos; el apoyo a la formación y consolidación de corporaciones microregionales de desarrollo[xi]; la formulación de microplanes socioeconómico-urbanos para colonos, barrios marginados y ejidatarios con tierra urbanizable.

(iii) Impulsar proyectos agroindustriales de nicho y de escala competitivos, con base en plataformas de operación, investigación y promoción articuladas subregionalmente.

Esta tercera línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Poner en marcha corredores agroindustriales y sus respectivas “mesas de proyectos”

· Estructurar mecanismos de gestión subregionales para manejar integralmente los programas de apoyo al campo

· Diseñar y poner en marcha corredores de proyectos diversificados.

La historia productiva del campo mexicano es la historia de la desarticulación, de la planeación centralizada y de la pulverización de los instrumentos y programas de apoyo. En años recientes esta situación ha empezado a cambiar. Pero es necesario perseverar y profundizar en varios principios: la necesidad de esquemas articuladores de las cadenas productivas que beneficien y protejan a todas las partes involucradas; la definición de los productos en función de mercados, condiciones agroecológicas y contextos socioregionales; la conveniencia de hacer girar los programas e instrumentos de apoyo en función de los proyectos productivos (y no al revés); la importancia política y cultural de generar instancias formales nuevas de diálogo y concertación a nivel subregional, entre los productores y agentes económicos del campo y las instituciones encargadas de servirlos (las instituciones van a donde están los productores y no al revés).

Los ejemplos de proyectos y acciones específicos dentro de esta línea estratégica incluyen de manera destacada el concepto de corredor agroindustrial, como una forma práctica de:

n enfocar la lógica operativa y económica de las distintas fases de la cadena productiva dentro de un espacio geográfico determinado

n reunir, y auspiciar el entendimiento y coordinación, entre los actores económicos relevantes por cadenas productivas regionales, incluyendo la incorporación de agroindustrias privadas en esquemas de contrato o de otro tipo

n poner de relieve el papel crítico de ciertas infraestructuras y servicios para el funcionamiento adecuado de tales cadenas

n facilitar la identificación, evaluación y promoción de proyectos que mejoren el funcionamiento de las cadenas productivas

n facilitar la presentación de proyectos, en forma conjunta a las instituciones de apoyo al campo, a fin de identificar la combinación y modalidad de apoyos más adecuada para cada proyecto (“mesas de proyectos”)

n facilitar la operación y seguimiento de los programas e instrumentos de apoyo con una visión integral desde la subregión.

Este concepto de corredor no se circunscribiría a desarrollar el potencial agroindustrial[xii] de las subregiones, sino que en algunos casos –particularmente cuando los potenciales no son muy evidentes- se buscaría impulsar actividades económicas más diversificadas, e ir concentrando el esfuerzo en aquellas que fueran arrojando mejores resultados.

Son diez los corredores agroindustriales identificados tentativamente en la región Sur-Sureste hasta el momento, y dos los corredores diversificados.[xiii]

(iv) Apoyar la estructuración y la ejecución de grandes proyectos macroregionales.

Esta cuarta línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Desarrollar la acuacultura en las lagunas costeras de Chiapas y Oaxaca

· Aprovechar el potencial para plantaciones forestales en las zonas ambientalmente perturbadas de la planicie costera de Veracruz, Tabasco y Campeche (que para empezar ya no tienen selva)

· Desarrollar la cuenca lechera de la zona serrano-costeña de Puebla-Veracruz.

(v) Apoyar la estructuración de circuitos turísticos regionales, con atractivos diversificados en materia de turismo alternativo, e intensificar su promoción nacional e internacional.

Esta quinta línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Desarrollar capacidades locales para la organización, prestación y promoción de los servicios turísticos

· Desarrollar proyectos piloto por circuito, como un proceso de aprendizaje contínuo

· Impulsar el turismo de cruceros tanto en el Golfo de México, como en el Pacífico Sur y en el Caribe mexicano-centroamericano.

Algunos de los circuitos específicos identificados en primera instancia dentro de la región incluyen los siguientes: Tajín-Cuetzalan, Xalapa-Coatepec-puerto de Veracruz, Puebla-Tehuacán, Cacahuamilpa-Taxco-Iguala, Oaxaca-Huatulco-Puerto Escondido-Puerto Angel, Palenque-Bonampak.

En materia de cruceros, el país cuenta con una experiencia destacada, de éxitos y de fracasos. Un primer paso necesario para impulsar esta actividad consiste en coordinar a todos los actores involucrados en cada uno de los puertos que reciben cruceros o que pretenden atraerlos en el futuro.[xiv]

(vi) Promover la industria maquiladora con criterios estrictos de selectividad.

Esta sexta línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Difundir la estrategia de buscar maquila de alto valor agregado que ha tenido éxito en Yucatán

· Aprovechar esta actividad como elemento de articulación urbano-rural.

(vii) Hacer de los hidrocarburos palanca para la diversificación energética y la nueva industrialización de la región.

Esta séptima línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Desarrollar vertical y horizontalmente la cadena productiva de la industria petrolera primaria, con base en capacidades locales crecientes

· Integrar un fondo regional con un porcentaje del valor de la producción y procesamiento de hidrocarburos –por parte de PEMEX- en la región

Contar con la presencia muy relevante de la empresa más importante del país y una de las más grandes, en términos de ventas, del mundo, dentro de la región Sur-Sureste es una ventaja que debe aprovecharse. Existe, además, una ventana de oportunidad para que el redespliegue de la industria petrolera contribuya a generar nuevas cadenas productivas, a partir de las actividades de investigación y desarrollo y de servicios tecnológicos que se requerirán para ampliar significativamente la exploración de nuevos campos, así como para la mejor administración y desarrollo de los yacimientos.[xv].

(viii) Mercadear con visión estratégica de largo plazo a la región como un todo.

Esta octava línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Formular una visión estratégica de largo plazo para la región y discutirla ampliamente hasta lograr un nivel de aceptación elevado

· Identificar roles significativos para ciudades y zonas de la región, con base en sus propias aspiraciones y potenciales

· Impulsar esquemas de complementariedad entre estados y municipios.

Se impulsará, por ejemplo, el establecimiento de un centro regional para la promoción de inversiones.

(ix) Hacer accesible toda la información relevante para la toma de decisiones sobre localización industrial.

Esta novena línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Diseñar y poner en marcha un servicio de información objetivo y homologado que reúna la información actualizada pertinente de cada entidad federativa

· Promover la regulación estatal y municipal para asegurar la convergencia en estándares mínimos de información, así como la disponibilidad plena y oportuna.

(x) Promover medidas concretas para dar mayor confianza y seguridad al inversionista extrarregional.

Esta décima línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Crear la figura del “ombusdman[xvi] del inversionista” en la región

· Desregular y publicar periódicamente los resultados de esa política

· Homologar marcos jurídicos y normativos de la región en lo que sea pertinente.

(xi) Impulsar un programa ambicioso y gradual de creación y desarrollo de polos de innovación y tecnopolos[xvii] en sitios estratégicos de la región, como pivote para la generación de los conocimientos que requiere un desarrollo endógeno e innovador.

Esta décimoprimera línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Tecnopolo de Puebla, vinculado a la industria electrónica, el desarrollo de software, la nanotecnología[xviii], y los instrumentos de precisión

· Tecnopolo de Mérida, vinculado a la investigación de los recursos del mar, la biotecnología y el desarrollo de software

· Tecnopolo de Villahermosa, vinculado a las ciencias de la tierra, la industria petrolera, las fuentes alternas de energía, la industria ambiental, la agroindustria, y el desarrollo de software (particularmente de sistemas expertos y de apoyo a toma de decisiones)

· Tecnopolo Xalapa-Veracruz, vinculado a la ecología, a las ciencias del mar, a la biotecnología y a la industria petroquímica.

(xii) Promover la estructuración de nuevas actividades basadas en el uso intensivo de conocimientos y el aprovechamiento de los recursos regionales.

Esta décimosegunda línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Sistema de investigación y desarrollo biotecnológico y químico-farmacéutico a partir de la biodiversidad

· Desarrollo comercial sustentable de productos no convencionales.

Entre otros proyectos y acciones específicos, esta línea estratégica incluye: el desarrollo de proyectos productivos alternativos y rentables para los pobladores de las áreas naturales protegidas de la región; y el desarrollo de proyectos forestales orientados a captar ingresos por los servicios ambientales que prestan vía el secuestro de carbono.

(xiii) Promover el fortalecimiento de los factores avanzados que caracterizan a los agrupamientos innovadores.

Esta décimotercera línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Programa de difusión de las tecnologías de la información

· Programa para estructurar mercados laborales dinámicos y de calificación creciente.

Como ejemplo de proyectos y acciones específicos, podrían mencionarse: la convergencia del proyecto e-México con otros esfuerzos semejantes que estén realizando los gobiernos estatales y municipales; la promoción del desarrollo de la infraestructura y las instalaciones necesarias para facilitar el acceso público al internet; la promoción del desarrollo de aplicaciones (software) de utilidad comunitaria.

(xiv) Obtener recursos adicionales para el financiamiento de iniciativas locales.

Esta decimocuarta y última línea estratégica puede abrirse en los siguientes programas y proyectos prioritarios:

· Constituir el fondo para la innovación regional

· Promover la creación de una sociedad de inversión de capitales de carácter regional, con recursos de empresas privadas interesadas en desarrollar negocios nuevos

· Promover la creación de la Fundación Sur-Sureste, como mecanismo para abrir nuevas áreas de oportunidad a la inversión privada en actividades que por su riesgo actual no tienen participación suficiente de particulares.

La creación de la denominada Fundación Sur-Sureste.[xix], con base en aportaciones iniciales del gobierno federal y de otros actores interesados, se abocaría a desarrollar, con un sentido demostrativo, empresas en nuevos campos de la actividad económica que, por sus riesgos comerciales y tecnológicos, no resultan todavía atractivos para la iniciativa privada. Una vez comprobada la viabilidad y rentabilidad de la inversión en dichos campos, la empresa desarrollada se vende y los recursos se reciclan a otro campo nuevo.