La
transición energética es un eje estructurador de las agendas de crecimiento
económico (+5% anual), de política industrial verde, de desarrollo regional con
identidad, y de combate al cambio climático (aumentar significativamente la
producción y uso de energías renovables, y reducir aceleradamente la generación
de GEIs).
Producir
energías renovables al ritmo que demanda el crecimiento del país, y la
sustitución de energías fósiles, demandará de grandes volúmenes de inversión
pública y privada. Proyectar la demanda de energía en escenarios de alto
crecimiento y los requerimientos de recursos para los próximos 25 años (como
señala la Ley de Planeación) es un primer ejercicio necesario para poder
dimensionar el tamaño del esfuerzo técnico y financiero.
La
transición energética dentro de una política industrial verde tiene varias
vertientes. La primera se refiere a la ampliación de la generación de
electricidad con base en energías renovables (particularmente solar y eólica),
que pueda absorber la red de transmisión y distribución de manera directa. Para
ello se requiere fortalecer esa red (particularmente de las zonas productoras
de energía renovable a las zonas de mayor consumo de electricidad), así como
desarrollar infraestructura de producción, almacenamiento y distribución de
hidrógeno verde (además de baterías), para generar sistemas de respaldo a la
intermitencia de las energías solar y eólica.
Una
segunda vertiente se refiere a la creciente absorción de más energía renovable
a través de la sustitución de gas natural por hidrógeno verde, como combustible
de las plantas de generación eléctrica. Esto requerirá modificaciones en
turbinas y la red de gasoductos.
Una
tercera vertiente consiste en la sustitución del hidrógeno gris que consumen
las refinerías y plantas petroquímicas por hidrógeno verde, así como el uso
creciente de hidrógeno verde en vez de combustibles fósiles en procesos
industriales intensivos en energía y demandantes de altas temperaturas, como el
cemento y el acero. También en la producción de hidrocarburos se pueden
incorporar tecnologías para la captura, almacenamiento y utilización del
carbono (CCUS, por sus siglas en inglés), a fin de eliminar el venteo de gases
como el metano.
Finalmente,
una cuarta vertiente es la producción de combustibles verdes (nuevamente
hidrógeno verde y sus derivados como metanol verde y amoniaco verde, entre
otros), en sustitución gradual de los combustibles fósiles, para el transporte
(tanto de barcos, como de aviones y de vehículos terrestres pesados y ligeros),
que pueda aprovechar la infraestructura instalada, a fin de minimizar los
activos “varados” que podrían experimentar países petroleros como México. Esta
posibilidad se apoya en la alternativa tecnológica que están siguiendo empresas
como Toyota y VW para mantener el uso de motores de combustión y desarrollar
celdas para hidrógeno verde, en vez de utilizar solamente baterías, en el
competido mercado de la electromovilidad (que está todavía en su fase inicial
de desarrollo).
La
manera de avanzar de manera más acelerada y eficiente en la transición
energética consiste en el desarrollo de “Hubs”, con un enfoque de “desarrollo
regional con identidad” (concepto que forma parte del decálogo que ha formulado
Xóchitl Gálvez para el desarrollo del país), que integra el eje energético con
el eje industrial, logístico y de transporte, dentro de una zona en la que se
realice una planeación y ordenamiento territorial con visión de largo plazo, y
una participación determinante de los actores locales.
Otros
componentes generales que serían necesarios para darle el sentido de desarrollo
regional con identidad consisten en:
· Impulsar
“clusters” con empresas medianas y pequeñas locales que se puedan eslabonar a
las grandes industrias atraídas por el “nearshoring”, a partir de servicios
especializados para el desarrollo de capacidades, la innovación, la
investigación científica y el desarrollo tecnológico (i+I+D)
· Adoptar
como eje estructurador el desarrollo de la cadena de valor de las energías renovables
(eólica, solar, hidrógeno verde, derivados del hidrógeno verde), así como de la
generación eléctrica in situ y la desalinización del agua marina.
· Formular
acuerdos de transferencia y desarrollo tecnológicos con empresas líderes en el
mercado mundial.
· Desarrollar
infraestructura e instalaciones portuarias para el transporte eficiente por mar
del hidrógeno verde y derivados que no se consuman localmente, a otras regiones
del país o del extranjero.
Habría
por lo menos una media docena de zonas con gran aptitud para desarrollar “Hubs” con el perfil mencionado, entre otros:
1. . Cuenca
sur del Istmo de Tehuantepec, con un nuevo puerto industrial en Salina Cruz que
sí pueda potenciar el corredor interoceánico (no el proyecto portuario que
definió este gobierno). Se incorporarían los parques eólicos privados y el público,
así como el proyecto que está desarrollando una empresa danesa para producir
hidrógeno verde. Se generaría energía eléctrica suficiente para el desarrollo
industrial previsto a lo largo del corredor interoceánico. Se atendería el
mercado de sustitución de hidrógeno gris de las refinerías de Salina Cruz y de
Minatitlán, con posibilidad de incluir la de Dos Bocas.
2. Litoral
de la Península de Yucatán, de Sisal a Cd. del Carmen, incluyendo la zona de
producción petrolera costa afuera de la Sonda de Campeche (aprovechando puertos
como Yucalpetén y Sisal en Yucatán y Seybaplaya e Isla del Carmen en Campeche).
Ya hay un parque solar de cierta magnitud cerca de Cd. del Carmen, y habría
condiciones para explorar la viabilidad de desarrollar la energía eólica costa
afuera, por la baja profundidad de la plataforma continental alrededor de la
Península de Yucatán. La experiencia de trabajo de casi 50 años de producción
petrolera costa afuera sería de gran ayuda para ello. Una empresa alemana está
desarrollando un proyecto de producción de amoniaco verde para exportación. La
producción de hidrógeno verde podría sustituir gradualmente el gas natural que
llega a través del gasoducto Mayakán para alimentar las plantas de generación
eléctrica de la Península.
3. Proyecto
multimodal portuario-ferroviario de Punta Colonet y zonas industrial y urbana
de apoyo. El gobierno de Baja California viene estudiando hace un par de años
la factibilidad de revivir el proyecto para desarrollar un nuevo puerto de gran
escala en la zona denominada Punta Colonet, 100 kilómetros al sur de Ensenada,
que se conectaría con un nuevo tramo ferroviario del orden de 300 kilómetros
hasta la frontera con Estados Unidos, a un costado de Mexicali, a fin de captar
una porción del movimiento de contenedores que tienen los puertos de Los Ángeles
y Long Beach (10 a 20%), y su puente terrestre ferroviario al centro y noreste
de Estados Unidos. La dimensión del proyecto requeriría del desarrollo de una
zona urbana robusta para alojar del orden de 100 mil habitantes en los próximos
10 años. Habría que desarrollar sistemas de energía y de agua acordes con las
necesidades de largo plazo del proyecto integral.
4. Noreste
de Tamaulipas y puerto industrial de Altamira.- La producción de energía renovable
en una amplia zona del noreste de Tamaulipas podría vincularse con la
producción de hidrógeno verde y de energía eléctrica en el puerto de Altamira,
concebido como un puerto industrial, y cuyo desarrollo es todavía incipiente. Su
reserva territorial es de varios miles de hectáreas, y tiene como zona urbana
de apoyo a las ciudades de Tampico-Cd. Madero-Altamira. Se podría sustituir el
uso de hidrógeno gris en la refinería de Cd. Madero y, si se define en el
futuro relocalizar la refinería de Cadereyta al puerto industrial, también
podrían incluirse sus necesidades de hidrógeno verde.
5. Estado
de Sonora y puertos de Punta Peñasco, Libertad, Guaymas y Topolobampo (este
último en Sinaloa). El proyecto de producción de energía solar que integró
precipitadamente el gobierno federal con el gobierno del estado para llevarlo a
la COP de Cambio Climático de finales de 2022, como muestra del compromiso de
México, ha seguido avanzando, pero se requiere darle una perspectiva clara de
largo plazo. En Topolobampo se ha anunciado un joint venture entre una empresa
estadounidense y la Corporación Financiera Internacional (CFI) del Banco
Mundial, para la construcción de una planta de gran escala para producir
metanol verde.
Una
política pública para impulsar este tipo de proyectos integrales con visión de
desarrollo regional con identidad, podría ayudar a impulsar el crecimiento
económico desde lo local, y a generar plataformas aptas para el “nearshoring” en
zonas distintas a las tradicionales (frontera norte y centro-occidente).
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