El
próximo presidente de México anunció ayer su intención de canalizar recursos
públicos a siete programas y proyectos de inversión prioritarios como parte del
Presupuesto de Egresos de la Federación 2019.
Aunque mencionó una suma global de 500 mil millones de pesos a erogar,
es presumible que el monto final será resultado de las modalidades que se
definan para la instrumentación de dichos programas y proyectos, ya que en
algunos casos podrían aplicarse esquemas de participación público-privada o
incluso de financiamiento 100 porciento privado.
Se
trata de una combinación de programas con clara orientación social (el
mejoramiento de zonas urbanas marginadas en centros turísticos y ciudades
fronterizas; la reconstrucción de viviendas afectadas por el sismo del pasado
19 de septiembre; la construcción de caminos rurales en Oaxaca y Guerrero; y la
ampliación de la cobertura de servicios de internet de banda ancha a todo el
país), con un programa de desarrollo regional integral en el Istmo de
Tehuantepec, y con un proyecto de transporte para enlazar puntos de atractivo
turístico en los estados de Quintana Roo, Campeche y Chiapas.
A
este último me referiré en esta nota. A
mi juicio, el tren maya (como se le ha bautizado) no tiene razón de ser, y
mucho menos si su existencia va a depender de recursos públicos. Vamos por partes.
Naturaleza
del proyecto
El
tren maya es un proyecto de construcción de infraestructura ferroviaria, de
adquisición de equipos de transporte (locomotoras y vagones de pasajeros) y de
servicio público regular de pasajeros en la ruta de 830 kilómetros entre Cancún-Tulum-Bacalar-Calakmul-Palenque.
Demanda
del proyecto
La
población de las localidades que conecta y otras localidades cercanas, así como
los visitantes nacionales y extranjeros a esta zona.[1] El centro de población de mayor tamaño en la
zona de influencia del proyecto es Cancún, que ahora tendrá del orden de los
650 mil habitantes. La Riviera Maya
aportará otros 200 mil habitantes. Y
Palenque, el centro urbano, rondará los 50 mil habitantes. La única ciudad de cierto tamaño que se
encuentra a corta distancia es Chetumal, con alrededor de 300 mil habitantes.[2] ¿Cuántos de estos habitantes tomarán el tren
maya para vacacionar? ¿Cuántas veces al
año lo harán?
En
cuanto a los visitantes al nodo turístico principal, Cancún y la Riviera Maya, en 2017 -conforme a las encuestas periódicas
que se realizan- fueron casi 12 millones de personas las que arribaron a la
zona, de las cuales dos terceras partes llegaron en vuelos
internacionales. Si bien la estancia
promedio es mayor a 6 días, el 73.5% de los turistas compran paquetes, y de
éstos casi el 50% son de la modalidad todo incluido. Esto significa que su interés está en
permanecer en la zona. La razón que los
atrae es en un 75% el sol y la playa.
Pero
además, existen actualmente opciones de servicio de autotransporte buenas, o
incluso de renta de auto, que serán, presumiblemente, más baratas que el tren
maya. Las carreteras a lo largo de la
ruta se han modernizado recientemente y su aforo está lejos de la saturación.
El
tren maya no va a generar más visitantes, sólo diversificaría los destinos y
los modos de transporte que ya están disponibles a los visitantes
actuales. El visitante a Cancún y la
Riviera Maya tendría la posibilidad de hacer un recorrido de 9 horas para
llegar a Palenque, visitar la zona arqueológica, pernoctar y regresar al día
siguiente. Probablemente, el tren podría
parar unas dos o tres horas en Calakmul (que se encuentra más o menos a la
mitad del recorrido) para que se pudiera visitar también esta zona
arqueológica, ya sea a la ida o al regreso.
Un convoy (locomotora más vagones de pasajeros) sólo podría hacer un
solo viaje de ida y vuelta Cancún-Palenque en un día.
Viabilidad
financiera del proyecto
Si
estos datos relacionados con la posible demanda del servicio se contrastan con
la experiencia internacional de los trenes rápidos, la conclusión es más que
evidente. Los pocos trenes rápidos que
son autosuficientes en el mundo enlazan ciudades de muchos millones de
habitantes en Europa, en Japón y ahora en China. Y son opciones de transporte atractivas no
solo para turistas sino primordialmente para personas que trabajan. Las carreteras están regularmente saturadas y
el transporte carretero tiene un costo semejante (por el alto costo de los
combustibles y el peaje).
En
la ruta Cancún-Palenque no habría un flujo de pasajeros suficiente para cubrir
los costos de operación y recuperación de la inversión del proyecto, y no se
justifica financiar con recursos públicos un servicio que no añade valor a lo
que ya existe.
Por
otra parte, y como es típico en proyectos de esta magnitud, se empiezan
manejando cifras conservadoras que después, al hacer las cuentas de mayor
detalle, resultan ser mucho más elevadas.
El tren maya, según sus promotores, costaría del orden de 64 mil
millones de pesos. Esto supone 78
millones de pesos por kilómetro (para una ruta total de 830 kilómetros). Sin embargo, el tren rápido que está
proyectando el gobierno del estado de Quintana Roo menciona un costo de 400 mil
millones de pesos para un trayecto total de 126 kilómetros (o sea un costo de
317 millones de pesos por kilómetro, cuatro veces más que el costo estimado del
tren maya).
Alternativas
al proyecto
El
tren maya se anuncia como una inversión que va a detonar desarrollo en el
sureste, cuando en realidad sólo constituye una opción de transporte[3] para comunicar algunos
puntos de atracción turística entre sí, en forma más rápida. Si un visitante va de Cancún a Palenque por
autobús, es probable que su tiempo de recorrido sea dos o tres horas más que el
que tendría en el tren maya. Lo cual no
tiene mayor importancia, dado que el visitante no tiene ninguna prisa especial. Si el visitante opta por rentar un auto, iría
probablemente de Cancún a Calakmul, y ahí pernoctaría en alguno de los pequeños
hoteles ecológicos de la zona, después de visitar el sitio. Al día siguiente, se trasladaría a Palenque y
haría lo mismo.
Si
no se hace el proyecto de tren maya, no pasa nada. En realidad, el elemento que puede aumentar
el flujo de visitantes a sitios como Bacalar y Calakmul[4], es la promoción que se
les haga, así como el desarrollo de ciertos servicios complementarios.[5] Adicionalmente, para que el acervo de
visitantes a la región fuera en realidad mayor, y no sólo una redistribución de
los que ya llegan a Cancún, se podría impulsar el turismo de transbordador,
entre el estado de la Florida en Estados Unidos y la Península, a través de los
puertos de Tampa, Progreso, Puerto Morelos y Seybaplaya. También se podrían mejorar las carreteras en
un circuito interior peninsular que los tres gobiernos estatales que integran
la Península de Yucatán han buscado realizar para atraer visitantes de turismo
carretero a pueblos y sitios de gran atractivo que no son destinos
tradicionales. Ello ayudaría, de paso, a
contar con mejores caminos rurales en la zona central de la Península.
Otros
beneficios de no hacer el proyecto
El
tren maya atravesaría en una parte importante de su recorrido a la principal
zona de bosque tropical de la Península.
Se podría argumentar que al ir paralelo a la carretera actual el impacto
adicional sería mínimo, pero no es así.
El nivel de disrupción hacia la vida silvestre que tiene una vía férrea,
más si se trata de un tren rápido, es mucho mayor que el de una carretera (si hay duda al respecto, se le podría
solicitar a CONABIO que hiciera una valoración, habida cuenta que tiene una
actividad importante en la región a través del corredor biológico
mesoamericano). Por tanto, y en
principio, se evitaría un costo ambiental importante. Máxime si se descarta también la idea poco
afortunada de urbanizar mil quinientas hectáreas en el corazón de la reserva
especial de la biósfera de Calakmul (que por lo demás estaría prohibido, al ser
área natural protegida), para hacer un “mini-Cancún”, estilo FONATUR.
En
vez de invertir más de 60 mil millones de pesos que no se van a inyectar a la
región más que en una pequeña proporción, cabría pensar en una cartera de
proyectos productivos agropecuarios, pesqueros, forestales, turísticos y de
otra índole que sí podrían dinamizar a la región y distribuir los beneficios en
forma amplia.
Dichos
proyectos se generarían a partir de una estrategia de desarrollo regional participativa,
que le daría una mayor legitimidad a los proyectos seleccionados.
Y
si se pudiera soñar, una parte de esos recursos alcanzaría para resolver un
problema creciente y potencialmente grave que tienen tres de las principales
ciudades de la Península, y que se refiere a la falta de drenaje sanitario y de
tratamiento de aguas residuales municipales en Mérida, Campeche y Cd. del
Carmen. Por la naturaleza geológica de
la región, el agua subterránea es abundante, pero se está contaminado, además
de que al correr hacia el mar, está también afectando a la pesca ribereña y el
potencial de la maricultura.
[1] Se
ha comentado que el tren maya también podría dar servicio a los trabajadores
que se desplazan todos los días a lo largo de la Riviera Maya, pero me parece
que este tipo de servicio sería incompatible con un servicio turístico como el
que se plantea. Los usuarios
trabajadores requieren varias estaciones a lo largo de la ruta Cancún-Tulum, a
corta distancia una de otra (tipo Metrobús).
Este régimen de servicio no es apto para un tren rápido. Es probable, por otra parte, que el proyecto
de tren del gobierno del estado de Quintana Roo, si se enfoca más como Metrobús
que como tren rápido, sí tenga una demanda suficiente y viabilidad financiera.
[2] Los
otros sitios que son conectados en la ruta tienen una población muy
reducida: Tulum, 22 mil habitantes; Bacalar,
13 mil habitantes; Calakmul, no tiene una localidad propiamente dicha cerca de
la zona arqueológica-natural que constituye el punto de atractivo (la cabecera
municipal alcanza los 4 mil habitantes y se encuentra a más de 50 kilómetros de
la zona arqueológica).
[3] La
inversión en los equipos de transporte benefician a empresas externas a la zona
y probablemente del extranjero. La
inversión en la obra civil genera temporalmente empleos de baja remuneración. Los rieles también se llevan de fuera de la región
y sólo los durmientes, en su caso, podrían ser elaborados en los varios
aserraderos de la región, dependiendo de las especificaciones técnicas que
tuvieran. Los empleos para operar el
tren son muy pocos.
[4]
Palenque tiene un comportamiento distinto porque el acceso principal a este
sitio es vía Villahermosa, que se encuentra a hora y media por carretera. La infraestructura turística en este lugar es
mayor.
[5]
Hace unos diez años, el gobierno del estado de Campeche formuló con apoyo de
FONATUR planes maestros para el desarrollo de dos corredores turísticos: Xpujil-Escárcega y Campeche-Carmen. Los componentes de dicho corredor eran
paradores turísticos con todos los servicios que demanda un turista, así como
pequeñas instalaciones hoteleras asociadas a atractivos naturales no
tradicionales (lagunas, bosques naturales, zonas arqueológicas distintas de
Calakmul, etc.). No se ha avanzado en
este propósito que sí está en sintonía con el tipo de turismo de la región.
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