AMLO
ha declarado hoy a los medios de comunicación que ya se están preparando los
proyectos para las dos refinerías propuestas en su Proyecto de Nación. Es oportuno expresar mi opinión acerca de los
sitios que se han pre-seleccionado para establecer dichas plantas. derivada de
una experiencia profesional en la consultoría relacionada con la industria
petrolera y la actividad portuaria.
Una
primera consideración general sugiere la conveniencia de concentrar la
ampliación de capacidades de refinación en los mismos sitios o en las zonas
aledañas en que ya se encuentran instalaciones previas de este tipo. Ello obedece a dos razones: una, que la gran escala que requieren las
plantas de refinación obliga a desarrollar una infraestructura de soporte
regional de gran envergadura, que está disponible en los sitios en que ya se
han realizado inversiones; y otra, a la posibilidad de reutilizar
eficientemente los subproductos del proceso de refinación como insumos para la
industria petroquímica, dado que las plantas respectivas se encuentran a corta
distancia unas de otras, generando economías de aglomeración.
Este
es el caso de las refinerías de Minatitlán y Salina Cruz, así como de los
centros petroquímicos en torna a la primera que configuran una región ya
habilitada para el manejo de este tipo de inversiones. A lo largo de la franja del Istmo de
Tehuantepec se han desarrollado instalaciones de almacenamiento de crudo (domos
salinos de Tuzandépetl), así como una red de ductos transístmica para el
transporte de crudo, gas y petrolíferos entre ambas refinerías, y en conexión
con sus puertos respectivos en Pajaritos (terminal marítima de PEMEX) y Salina
Cruz (monoboyas y terminal marítima de PEMEX)[1]
Una
segunda consideración general se refiere a los mercados que atendería la capacidad
de refinación ampliada. En Salina Cruz,
por ejemplo, permitiría atender cabalmente la demanda de la zona sur, occidente
y noroeste del país a través de la logística que ya tiene PEMEX establecida por
vía marítima a los puertos de Acapulco, Lázaro Cárdenas, Manzanillo, Mazatlán,
Topolobampo, Rosarito y, próximamente, Puerto Chiapas. Actualmente, el abasto con importaciones es
creciente por la falta de producto suficiente.
En
Minatitlán, se atienden por vía marítima la demanda de la Península de Yucatán
(puerto Progreso), la Sonda de Campeche (puerto de Dos Bocas), el estado de
Veracruz (puertos de Veracruz y Tuxpan).
Ambas
refinerías también tienen una zona de influencia terrestre a la que atienden
por carretera a través de pipas (estados de Oaxaca, Guerrero, Chiapas y
Tabasco).
Una
tercera consideración consiste en la localización de la planta industrial
respecto de la fuente de materia prima.
Tanto Minatitlán como Salina Cruz se encuentran a corta distancia de las
zonas principales de producción de crudo, tanto terrestres como marítimas. Y cuentan con infraestructura de conducción
suficiente para hacer llegar el crudo.
Una
cuarta consideración general se refiere a la existencia de una ciudad de apoyo
con los servicios necesarios para trabajadores de la planta y sus
familias. Minatitlán-Coatzacoalcos y Salina Cruz cumplen satisfactoriamente con
los requisitos.
Los
sitios propuestos en el Proyecto de Nación son el puerto de Dos Bocas y la
Península de Atasta. En ninguno de ellos
hay la infraestructura regional necesaria para el establecimiento de una planta
industrial de esa escala. En Atasta se
ubica el centro de rebombeo de gas de PEMEX y la planta de nitrógeno, pero se
trata de una franja terrestre de alta vulnerabilidad ambiental entre la Laguna
de Términos y la reserva de la biósfera de los pantanos de Centla[2], a xx kilómetros de Cd.
Del Carmen, Campeche. El puerto de Dos
Bocas, por su parte, recibe por ducto marino el crudo de la Sonda de Campeche
que deshidrata y almacena antes de bombear por ducto a Minatitlán, donde se
procesa, y al sistema refinador nacional. Realiza también una función vital como
terminal de abastecimiento para las plataformas marinas de la Sonda de
Campeche, a las que lleva tubería, agua, combustible, lodos de perforación y
otros insumos y productos necesarios para la operación costa afuera. Tiene
asimismo una incipiente actividad comercial, de carga predominantemente
agrícola (plátano, azúcar). El centro de
población más cercano es Paraíso que se encuentra prácticamente contiguo al
puerto.
El
mercado que podrían atender estas refinerías en los sitios propuestos ya están
cubiertos por Minatitlán y Salina Cruz, por lo que su construcción en estos
sitios desplazaría la oferta que suministran las refinerías actuales por vía
terrestre. Pero se producirían
excedentes importantes que no se consumirían en la región y que tendrían que
ser transportados a otras regiones del país que fueran deficitarias. Para este movimiento de petrolíferos no hay
infraestructura de ductos disponible, por lo que se tendrían que construir
también, o se tendría que recurrir al transporte terrestre, con los riesgos y
costos mayores consecuentes.
Si
bien Dos Bocas tendría el abasto de materia prima suficiente con la
infraestructura ya existente, este no sería el caso para Atasta, en donde
habría que construir un ducto marino nuevo para llevar crudo a esta nueva
localización, desde las plataformas marinas de la Sonda de Campeche. No habría posibilidad de un suministro por
vía marítima, ya que no existe infraestructura portuaria en Atasta, ni las
condiciones físicas adecuadas para su construcción.
Es
por ello que se sugiere revisar los sitios propuestos en el Proyecto de Nación
y, desde luego, también los sitios nuevos aquí mencionados.
La
preexistencia de plantas de refinación como las de Minatitlán y Salina Cruz
permitiría, además, pensar en adiciones a la capacidad de refinación de las
plantas ya existentes, en vez de construir plantas nuevas desde cero.
También
sería posible hacer un crecimiento modular, considerando, por ejemplo uno o dos
trenes de refinación de 100 mil barriles diarios cada uno, para Salina Cruz en
una primera etapa, dependiendo de la proyección de la demanda de petrolíferos
en la costa del Pacífico mexicano (más la demanda que se atiende por vía
terrestre).
Se
podría hacer algo similar en el caso de Minatitlán.
Pero
es probable que la “segunda refinería”, o la capacidad adicional de refinación
de otros 300 mil barriles tuviera una mejor localización en el noreste del
país, ya sea como adición o sustitución de la refinería de Cd. Madero, o como
una nueva refinería en el puerto de Altamira, cercana al cluster petroquímico
que ahí se localiza. Esta localización
tendría a futuro la misión de sustituir a la refinería de Cadereyta que, muy
probablemente, tuviera que cerrarse por razones de contaminación ambiental a la
zona metropolitana de Monterrey (como en
su momento se cerró la refinería de Azcapotzalco).
Entre
tanto, la demanda de la zona metropolitana de la ciudad de México se podría
seguir atendiendo de manera complementaria con las importaciones de
combustibles provenientes del poliducto de PEMEX a la refinería de Tula.
[2]
Una obra de esta magnitud generará reacciones de rechazo en la comunidad local,
particularmente de los grupos ambientalistas y de los pescadores ribereños.
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